Viva la diversidad cultural

Estilos de música hay muchos, uno para cada tipo de gusto y ninguno es, en sí mismo, mejor que otro. Como mucho es mejor el compositor, o el artista, pero no el estilo. De cualquier tipo de partitura podemos sacar un nuevo aprendizaje. Hay quien escucha tecno o reggaeton  y exclama “¡Eso no es música ni es nada!” que más o menos viene a ser lo mismo que cuando alguien se planta delante de un cuadro abstracto y dice “Eso lo hace mi dijo de 3 años con los ojos cerrados”.

Yo no concibo un mundo sin arte, sin música o sin teatro, y todas esas expresiones artistas innovan año tras año, algunas se convierten en modas y otras pasan desapercibidas, pero por mucho que odiemos un estilo de música, seguirá siendo música hasta el fin de los días. Dicho esto, quiero lanzar una pregunta al aire… ¿cómo podemos pretender amar la diversidad cultural si aquel que ama el rock critica el reggaetón, y el que se pasa los días escuchando pop critica el mundo heavy?. Obviamente es totalmente lícito decir eso de “a mí  no me gusta” e incluso lo de “yo no soporto tal cosa”, pero no debemos descalificar algo sólo porque no lo entendamos o no nos guste (y esta frase se puede aplicar a toda la raza humana y en cualquier contexto).

Sin embargo, aún debemos dar gracias a los dioses del Olimpo porque, de alguna manera,  últimamente está naciendo un movimiento de gente joven que busca el eclecticismo en esa música e intenta romper cánones y estereotipos demasiado marcados. Ejemplo de ellos es Elena Mkhailova, una violinista de origen ruso-armenio que se hace la siguiente pregunta: “¿Por qué en la música clásica todo el mundo actúa de largo y de negro?”.

La joven violinista, ganadora de más de 20 premios nacionales e internacionales, lleva 25 años residiendo en España, donde se ha convertido en la musa de la diseñadora Agatha Ruíz de la Prada. La joven sube al escenario con ropa moderna, colorida y alegre demostrando que además de ser amante de la música clásica, es una mujer sexy que quiere romper moldes. Se reconoce admiradora de la valentía de Vanessa Mae, una joven precursora en el arte de mezclar música clásica y pop que ya es todo un descubrimiento internacional. Otra joven maestra del eclecticismo a quien seguir…

En este sentido me gustaría hacer una especial mención al sello discográfico Orpheus Classical, este estudio de grabación de disco de música clásica apoya tanto al profesional consagrado como a las jóvenes promesas y, por eso, acepta propuestas de grabación de todo aquel que quiera grabar un disco con ellos. Obviamente, de todo lo que reciben, hacen una selección de los mejores artistas o de los que, según su  experiencia, merecen su apoyo, y luego comienzan un trabajo conjunto donde el objetivo final es hacer llegar esa música clásica a todo el público.

Actualmente están trabajando con pianistas, dúos musicales, tenores, clarinetistas, compositores y orquestas sinfónicas.

Gracias a artistas conocidos como ellos y a discográficas modernas y actuales como Orpheus Classical, crece entre los jóvenes el interés por estudiar y oír música clásica. De hecho, en las carreras universitarias relacionadas con este sector, la matrícula creció hasta un 50% en cinco años, lo cual no se veía desde hacía muchísimo tiempo.

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