A lo largo de nuestras vidas tenemos que hacer un gran número de regalos. Estos se hacen, en ocasiones, por compromiso, pero la realidad es que, en la mayoría de ellas, cuando regalamos algo, es porque así lo sentimos. Una sensación que nos llena de satisfacción al ver la cara del sorprendido y que, a él, también le llena de orgullo, puesto que más allá del regalo, lo que importa es que hemos tenido un detalle con esa persona y que nos hemos acordado de ella.